Namibia es una de las naciones no polares del planetas más vacías. Esta inmensa tierra, dominada por el desierto de Namib, recibe menos de 250 mm de lluvia anualmente. Su paisaje más atractivo, Sossusvlei, está en la frontera este del mayor parque nacional de África, y allí encontrarás las dunas más altas del mundo. Al anochecer podrás ver una manada de antílopes óryx desfilando por la cresta de una duna o una familia de suricatas mirando la luz del atardecer. Desde el puerto de Swakopmund podrás adentrarte en la ciudad para ver los edificios de estilo colonial alemán, su museo, y su parque de serpientes. Si te desplazas hasta el cabo de Cross encontrarás la colonia de focas permanente más grande del mundo (cerca de 100.000) y también verás aves y delfines en la cercana laguna Walvis Bay.
Namibia alberga una gran cantidad de preciosas pinturas rupestres y grabados realizados por los cazadores-recolectores que en otro tiempo vivieron en África. Al margen de su simbolismo místico, las pinturas tienen un gran valor poseer el único legado que sobrevive de una complejas cultura que los colonos europeos que la exterminaron nunca llegaron a entender.
En cuanto al clima de este país africano hay que destacar que es típicamente desértico, pero si viajas entorno a septiembre encontrarás un tiempo primaveral que evita el calor extremo por el día y las temperaturas bajo cero por las noches. A la hora de comer debes probar el mieliepap, un plato típico del sur, el marisco fresco en la costa, y los platos de buey y de cordero tierra adentro.
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